Pues bien, puede estar tranquilo porque ya ha recibido la respuesta que seguro esperaba, tanto él como todo el gobierno, algo que les permitiese de nuevo la victimización constante en la que se encuentran embarcados y que no parecen querer dejar.

La causa de Sánchez y del socialismo en este país es tal que se hace imposible defenderla. Embarcados en una huida hacia delante, utilizan cualquier excusa que tienen a su disposición para correr un tupido velo y así intentar despistar a una mayoría social, ya de por sí muy despistada, de los asuntos de toda índole que salpican a su gobierno, ministros e incluso mujer y, por consecuente, a él mismo y su puesto. Dejando de lado todo principio y toda honradez intelectual, toda decencia, han renunciado a la defensa de unas ideas que, más allá de estar uno de acuerdo o no con ellas, pensar que son o no equivocadas, podrían defenderse honrada y humanamente. Interesados únicamente en el mantenimiento del poder, sabedores de contar con una base de apoyo tan podridamente ideologizada (y fanatizada) que contra todo y contra todos seguirán votándoles (como el joven entrevistado en Colón este fin de semana que aseguraba preferir, por mal que lo hiciesen, siempre un gobierno de izquierdas) Pedro Sánchez y sus ministros se han convertido en una especie de manitas, como siempre se han llamado en España a los que cualquier asunto arreglan, desde la pata de una mesa, la ruptura de una tubería o la cadena de una bicicleta. Olvidándose de gobernar, cada vez salen más a la palestra para arreglar asuntos que les salpican, utilizando la nada rentable técnica (a priori) de desviar la atención tapándolos con asuntos que bien parecerían de patio de colegio y propios de jóvenes energúmenos.

Hace unos días publicaba un artículo, Decoro y buenas maneras, en el que hablaba de las desafortunadas declaraciones del ministrillo Óscar Puentes. Pues bien, puede estar tranquilo porque ya ha recibido la respuesta que seguro esperaba, tanto él como todo el gobierno, algo que les permitiese de nuevo la victimización constante en la que se encuentran embarcados y que no parecen querer dejar. En un error propio de la oposición, venga del partido principal de esta o del secundario, vuelven a cargar las tintas contra Sánchez de manera desafortunada, dándole razones para llenarse de nuevo la boca de palabras como “inadmisible, democracia, ultraderecha…” Es cierto que no lo han hecho de forma directa, sino que ha sido Milei, el presidente de Argentina que previamente había sido acusado por el ministrillo Puentes de drogadicto, el que ha acusado directamente y sin rodeos a la mujer del presidente. Huelga decir que, como acusado gravemente por un ministro del gobierno de España, Milei está en todo su derecho de responder de la forma que considere oportuno, pues muy grave fue lo que se dijo, aunque bueno sería recordarle que, en política, las formas son importantes y podría demostrar, incluso para dejarle en mayor ridículo, unas formas y maneras más elevadas, no cayendo así en el mismo juego que sus oponentes. Aunque decirle esto Milei sería como decírselo a Trump. Ya sabemos el estilo de cada uno de ellos.

Pero lo que interesa realmente aquí es el error de cálculo y el fallo de Vox que, por supuesto, no aceptarán ni reconocerán jamás. Las acusaciones de Milei se profirieron en el marco del Viva24, congreso creado y convocado por Vox para la exposición de sus ideas y proyectos. Conocedores de la “crisis” que arrastraban Milei y el gobierno de España y, especialmente, a sabiendas de las formas utilizadas normalmente por el presidente argentino, para los asesores del partido no debería de ser muy complicado saber que este sería capaz, como así demostró, de responder públicamente rodeado de gente que entre aplausos, risas y sonrisas acogerían sus palabras, a los insultos previos que había recibido. Quizá, habría estado bien señalarle que no era el momento ni el entorno, la utilización política que haría el gobierno de sus declaraciones, la carta que sabrían jugar, como siempre hacen, acusándoles de ultraderechistas y cosas así, dándoles más razones a esas bases de votantes podridamente ideologizadas que antes indicábamos para que les sigan votando y apoyando incondicionalmente.

No es más que otro error de cálculo, una mala jugada de una oposición que no sabe cómo echar a un gobierno que día a día nos ofrece razones que demuestran la inviabilidad de su “proyecto”. Estaremos gobernados por sinvergüenzas, patanes y pánfilos, además de incultos y varias cosas más, pero la oposición, tanto de un partido como de otro, nos deja constantemente ejemplos como este en los que demuestra que tampoco están a la altura. Unos se victimizan y, los otros, razones les dan para hacerlo, poniéndoselo en bandeja.

Pero lo que es inadmisible es la pataleta de todos y cada uno de los miembros del gobierno que, como decía antes, no hacen más que presentarse ante la sociedad como las víctimas de un manido ataque y un acoso constante por parte de la una peligrosísima ultraderecha, provocando una crisis diplomática con uno de los gigantes hispanoamericanos que, debido a nuestra historia y lazos comunes, siempre ha mantenido magníficas relaciones con España. El gobierno, lejos de aunar a los países hispanohablantes y favorecer la unión de estos, parece que prefiere vetar la entrada de un presidente elegido democráticamente por el pueblo argentino. Lo más triste, todos aquellos que lloran y se emocionan ante los ataques recibidos por Sánchez y su gobierno. Una sociedad tremendamente infantil.

Categorías: Pensamiento

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